jueves, 3 de octubre de 2013

Los protocolos de acción terapéutica del MMS

El MMS, repetimos, parte de dos componentes (Clorito Sódico diluido en agua a un 28% y Acido Cítrico), que cuando se juntan en un recipiente producen el Dióxido de Cloro. Una vez mezclados en unas proporciones muy pequeñas (empezando con una gota de cada componente) y tras esperar de 1 a 3 minutos, se le añade agua o zumo de manzana sin vitamina C (que debilita el efecto del MMS) y se ingiere. El gas (ClO2) resultante, que es altamente inestable e inflamable por oxidación en dosis grandes (en concentración a más del 10% en el aire), es la fuerza terapéutica que realiza los efectos del llamado MMS, una vez ha sido ingerido.

Cuando tomamos el MMS, el CLO2 liberado en el estómago navega por todo el cuerpo a través de la sangre, buscando selectivamente el terreno ácido donde reaccionar o explotar. Es por tanto una sustancia con un potencial oxidativo latente, que solo explota cuando encuentra el foco infeccioso o desequilibrado de un medio ácido. Con las bacterias actúa absorbiendo los electrones de la pared celular, operación que termina disolviendo

las bacterias. A los virus los elimina por denaturación de los cápsides, impidiendo su reproducción. En cuanto a los parásitos y hongos patógenos, la poderosa oxidación que produce el MMS los elimina de una manera muy efectiva. De esta manera el MMS parece ser que ataca selectivamente solo a los agentes patógenos que son causa de la mayoría de las enfermedades (bacterias, virus, hongos y parásitos), quedando todas neutralizadas y eliminadas por las vías tradicionales de la piel, los riñones o el colon. Si el cuerpo está sano la persona apenas notará ningún síntoma secundario, pero cuanto más enferma esté la persona, mayor será el efecto de estrés oxidativo de limpieza. Si se aumenta muy rápidamente la dosis del MMS en una persona enferma puede ocurrir el llamado “Efecto Herxheimer”; que implica diarrea, vómitos, nauseas… provocados por una cantidad excesiva de toxinas que el cuerpo quiere eliminar. Son malestares de sanación, que se pasan al cabo de pocas horas y es conveniente bajar la dosis del MMS para las próximas tomas.

Se dice que el Dióxido de Cloro permanece en el cuerpo un máximo de 12 horas, pero que su máximo efecto surge en las primeras 4 horas. Por eso en los protocolos del MMS se utiliza una o dos tomas diarias, empezando por una o dos gotas que cada día aumentan hasta un máximo de 15, para personas que no estén muy enfermas. Para dolencias muy graves se toman 2 o 4 gotas cada 1 o 2 horas; para mantener la potencia de oxidación muy alta todo el tiempo. En la malaria, por ejemplo, son necesarias 15 gotas en dos tomas separadas por 4 horas para que remita casi en un 100% de los casos en menos de 24 horas.

El asunto de la dosificación del MMS es complejo y variable, en función de las personas y sus dolencias. Las investigaciones realizadas en los últimos años con el MMS en todo el mundo, han generado una serie de protocolos, en función de las enfermedades a tratar, para que la cantidad y periodicidad del tratamiento se encargue de erradicar la dolencia concreta que el enfermo padece. En los protocolos generales se hace una o dos tomas diarias (mañana y noche), espaciadas al menos una hora antes y después de cada comida. Se empieza por una gota y cada día se va aumentando hasta llegar al máximo que es 1 gota por cada 6 kg. de masa corporal. Después se descansa varios días y se vuelve a hacer. Hay protocolos específicos para algunas enfermedades que es necesario tomar varias gotas cada 2 o 3 horas. La duración también depende de cada dolencia y de las recomendaciones del terapeuta.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Gracias por dejar tu comentario seguro es valioso